Aballay es un bandido, un hombre sin ley que comanda un grupo de malhechores por los desolados campos argentinos en los últimos años del siglo XIX. En una de sus correrías asalta una diligencia y degüella a un pasajero delante de los ojos espantados del hijo de este. El delincuente percibe en esa mirada una condena que ya no lo abandonará. Aballay ha oído a un sacerdote católico hablar de los estilitas, aquellos anacoretas medievales que buscaban la expiación de sus pecados meditando encaramados en el remate de una columna para eliminar el contacto físico con la tierra. El forajido decide imponerse un castigo original: a la manera de un estilita gaucho, nunca más bajará de su caballo mientras, secretamente, espera que ese chico, convertido en adulto, lo encuentre para consumar su venganza. Cumpliendo su parte dentro de la danza marcada por el destino, el joven y el asesino se encontrarán años después y en circunstancias muy particulares.
Esta es la línea argumental de "Aballay, el hombre sin miedo", un filme de acción y aventuras que dirigió Fernando Spiner con las actuaciones de Pablo Cedrón, Claudio Rissi, Nazareno Casero y Moro Anghileri en los roles centrales; en papeles menores también actúan Gabriel Goity, Horacio Fontova, Luis Ziembrowsky y Lautaro Delgado. El elenco se completa con actores y extras tucumanos.
La película se filmó casi en su totalidad en escenarios naturales de Amaicha del Valle, y participó de la competencia internacional de la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde fue votada por el público como una de las favoritas.
En esa oportunidad, Spiner conversó con LA GACETA e hizo un balance sumamente positivo de la experiencia del rodaje en la provincia. Habló de la excelente relación que trabó con los miembros de la comunidad amaicha, quienes participaron del rodaje y colaboraron activamente para la solución de enormes problemas de organización y de logística durante la filmación. La producción del filme, por su parte, dejó en el lugar algunas construcciones que fueron destinadas al albergue de centros culturales para la comunidad. El realizador también elogió la potencia de los paisajes de los Valles, a los que consideró un personaje más dentro de su película. Spiner destacó además la conveniencia de contar con una locación con las características naturales de Amaicha del Valle, ubicada a una distancia relativamente corta de la infraestructura de una ciudad como San Miguel de Tucumán.
"Aballay" está basada en un cuento corto que el escritor Antonio Di Benedetto escribió en prisión durante la última dictadura militar, sobre el que el propio Spiner, junto con Javier Diment y Santiago Hadida, escribieron el guión. La película se rodó con tecnología digital, con Claudio Beiza como director de fotografía; la calidad del sistema permitió fotografiar adecuadamente la magnificencia de los paisajes elegidos como locación en los Valles tucumanos.
Un "western" gaucho
El filme se encuadra en el género del western por tema, tratamiento dramático y aspectos formales de la narración; el ingrediente original es que no se trata de una historia de vaqueros norteamericanos sino de gauchos argentinos. Además, la acción transcurre en polvorientos valles hendidos entre las montañas, lejos de las pampas con las que automáticamente se asocia al hombre de campo en la Argentina.
Spiner dirigió algunos cortometrajes y también los largometrajes "La sonámbula, recuerdos del futuro" (1998), una ficción de anticipo ambientada en el año del bicentenario argentino, y "Adiós, querida luna" (2003), en la que una misión espacial de nuestro país tiene el objetivo de eliminar al satélite terrestre. Fue codirector de "Angelelli, la palabra viva", sobre el asesinato del obispo de La Rioja.
Esta es la línea argumental de "Aballay, el hombre sin miedo", un filme de acción y aventuras que dirigió Fernando Spiner con las actuaciones de Pablo Cedrón, Claudio Rissi, Nazareno Casero y Moro Anghileri en los roles centrales; en papeles menores también actúan Gabriel Goity, Horacio Fontova, Luis Ziembrowsky y Lautaro Delgado. El elenco se completa con actores y extras tucumanos.
La película se filmó casi en su totalidad en escenarios naturales de Amaicha del Valle, y participó de la competencia internacional de la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde fue votada por el público como una de las favoritas.
En esa oportunidad, Spiner conversó con LA GACETA e hizo un balance sumamente positivo de la experiencia del rodaje en la provincia. Habló de la excelente relación que trabó con los miembros de la comunidad amaicha, quienes participaron del rodaje y colaboraron activamente para la solución de enormes problemas de organización y de logística durante la filmación. La producción del filme, por su parte, dejó en el lugar algunas construcciones que fueron destinadas al albergue de centros culturales para la comunidad. El realizador también elogió la potencia de los paisajes de los Valles, a los que consideró un personaje más dentro de su película. Spiner destacó además la conveniencia de contar con una locación con las características naturales de Amaicha del Valle, ubicada a una distancia relativamente corta de la infraestructura de una ciudad como San Miguel de Tucumán.
"Aballay" está basada en un cuento corto que el escritor Antonio Di Benedetto escribió en prisión durante la última dictadura militar, sobre el que el propio Spiner, junto con Javier Diment y Santiago Hadida, escribieron el guión. La película se rodó con tecnología digital, con Claudio Beiza como director de fotografía; la calidad del sistema permitió fotografiar adecuadamente la magnificencia de los paisajes elegidos como locación en los Valles tucumanos.
Un "western" gaucho
El filme se encuadra en el género del western por tema, tratamiento dramático y aspectos formales de la narración; el ingrediente original es que no se trata de una historia de vaqueros norteamericanos sino de gauchos argentinos. Además, la acción transcurre en polvorientos valles hendidos entre las montañas, lejos de las pampas con las que automáticamente se asocia al hombre de campo en la Argentina.
Spiner dirigió algunos cortometrajes y también los largometrajes "La sonámbula, recuerdos del futuro" (1998), una ficción de anticipo ambientada en el año del bicentenario argentino, y "Adiós, querida luna" (2003), en la que una misión espacial de nuestro país tiene el objetivo de eliminar al satélite terrestre. Fue codirector de "Angelelli, la palabra viva", sobre el asesinato del obispo de La Rioja.